Dueña de esta luna

martes, 15 de julio de 2008


Cumpliendo tus ordenes, aquí tienes la versión femenina de tu historia en el metro:

Hacía ya unas semanas que compartia veladas con un amigo pos MSN si bien no se complementaban demasiado en cuanto a sus gustos sexuales, tenía una conversación ágil y le servia para ponerle la nota picante a sus aburridas noches de desvelo.Aquella la conversación fue más allá, las fantasias empezaban a tomar forma y finalmente habían puesto fecha a su encuentro, un encuentro fugaz, rápido, sin compromisos, porque ella no era de mantener una relación durante mucho tiempo y porque pese a su agradable conversación, no era el tipo de relación que buscaba, ella necesitaba alguien a quien utilizar y que le dedicase todo su tiempo y su misterioso caballero tenia una apretada agenda familiar y laboral.

Le gustaba de todos modos su tendencia a la dominación y le sorprendía a ella encontrarse tan dispuesta a obedecerle en cumplir la fantasía del metro, la fantasía de tomarla en un vagón atestado de gente y de dejarse llevar por las caricias de un desconocido.La noche previa al encuentro apenas pudo conciliar el sueño y no porque le diese miedo la cita, sino porque temia que el no apareciese.
Se levantó más temprano de lo habitual y las dudas volvieron a asaltarla, una vez más dudaba en asistir a la cita pero tampoco perdía nada porque sólo él sabria de la sorpresa que ocultaba la infima faldita y sólo él intentaria usarla de ese modo, por lo que no tenía nada que temer.
Llegó a la estación de metro a la hora indicada, intentó fijarse en los pantalones de los hombres del andén, pero la aglomeración le impedía controlarlos a todos, estaba tensa y excitada, nerviosa y vigilante....... porque narices tendria que haber aceptado en cumplir con esa fantasia, una fantasia que era de él, no suya y que por complacerle le había dicho que ella también la compartia.
Mientras andaba en estas reflexiones la luz del convoy la devolvió al andén, y cruzó los dedos para que él no hubiese acudido a la cita, pero sentía como su coñito no estaba sintiendo lo mismo que su pensamiento, su coñito si estaba dispuesto a recibir complacido las caricias del desconocido si es que finalmente llegaba a aparecer.
El pitido del metro entrando en la estación la tensó de nuevo, quiso no subirse al vagón pero había tanta gente que no podía hacer marcha atrás y se dispuso a subir mientras repasaba mentalmente las palabras de él:
- Nada más llegues al andén debes mantener la mirada fija en el suelo y te pase lo que te pase no has de girarte ni a tu espalda ni a los lados, recuerdalo bien , PASE LO QUE PASE, NI A LOS LADOS NI A TU ESPALDA........
Al subir al metro, pese a llevar la mirada fija en el suelo, le hizo dar un traspies que se salvó porque alguien desde atrás la agarro fuertemente de los brazos para evitar que cayese, le costó obedecer la orden de no girarse, pero tampoco creyó que justamente fuese su "misteriosos de MSn" quién impidiese su caida............
Un tímido "gracias" salió de sus labios y por instinto sus manos fueron a estirarse la minúscula faldita, que no habia sufrido nada con el traspiés porque era pequeña, pequeña y ajustadisima.El desconocido se separó un poco de ella para no darle demasiadas pistas de su identidad, pero una vez el convoy se puso en marcha se acomodó de nuevo tras ella.
El metro iniciaba su marcha y ni rastro del desconocido, empezaba a relajarse cuando de repente un fuerte apreton en su culo la hizo tensarse y apretar su bolso, que tontería por su parte, si a su bolso no le pasaba nada, era su culo quien estaba siendo violentado.
Sin pensarselo dos veces abrió ligeramente las piernas, se estaba volviendo loca, completamente loca, se estaba abriendo de piernas para un desconocido, estaba franqueando el paso a su sexo a un extraño, pero nuevamente su coñito no entendía de razones, sólo entendía de necesidades y ahora necesitaba gozar de las caricias de aquella mano que con mucha maña acariciaba sus muslos y se apresuraba a su sexo, un sexo caliente y húmedo, muy húmedo..... sentía como el desconocido se pegaba a su espalda y notaba el crecer de su polla en sus pantalones, estaba tan caliente como lo estaba ella o por lo menos su miembro asi se lo hacia sentir.Las ágiles manos del desconocido estaban ahora llegando a sus labios, con suavidad y precisión buscaba su clitoris, sentía ella como crecía sólo de sentirlo cerca, de esperar sus caricias,mmmmmmmmmm, era muy hábil con sus dedos y sus movimientos la estaban llevando al cielo, de buena gana giraria su cabeza para verle el rostro a las agiles manos que la agitaban,apretaba los dientes,se mordía el labio, nada funcionaba para contener las electricas caricias del desconocido, necesitaba abrir aún más sus piernas, necesitaba que sus caricias no se quedasen en su clitoris, queria que esa mano se alojase en su coño, no podía ver a quienes tenía a su alrededor, el desconocido le provocaba un extasis total, sus piernas flojeaban porque tensaba su cuerpo para controlar el orgasmo, para controlar sus ganas de jadear y correrse con las manos de aquel intruso.
Intentaba no cerrar sus ojos, no dejarse llevar por el calor y por las prohibidas ganas de correrse delante de tanta gente a manos de vete a saber quien y a la vista de las atónitas miradas de los viajeros del metro.
Los dedos de él los notaba llenos de sus fluidos y ella sin saber ya que hacer con sus manos se agarraba al pantalon del desconocido con fuerza mientras este apretaba más y más la intensidad de sus embestidas con los dedos para a ella le fuese inevitable correrse.
La megafonía indicaba que su parada de destino era ya la siguiente y estaba haciendo lo imposible por no correrse, por no entregarse como una perra caliente a cualquier desconocido y en tan público lugar.
Sabía que él estaba notando que poco podría resistirse ya a correrse antes de llegar a su destino, pero el desconocido no estaba dispuesto a que ganase ella y pellizcaba agil el sexo de ella como una puta cualquiera y sin parar para que ella llegase al orgasmo casi llegando a destino.
El aún abriendose las puertas seguia jugando con su clitoris para forzar a que se corriese en segundos y así sucedió, no porque ella quisiese correrse sino porque la agilidad de los dedos del desconocido laceraban su deseo y su lujuria con sumo arte y ahogando un leve gemido, vertió su delirio en lo s dedos del desconocido.
Bajó torpemente del vagón y tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para reconponer el gesto y la postura para que nadie se diese cuenta de que se habia entregado como una puta viciosa a un desconocido y que habia disfrutado como la más arrastrada de las perras.
Arreglo el gesto y una vez recuperada la compostura con paso ligero se dirigia a su domicilio sin reparar en que su desconocido la seguia a muy poca distancia y le deparaba otra grata sorpresa.
Entraron juntos en el portal sin ni imaginar que el desconocido que esperaba junto a ella el ascensor era el artifice de su desasosiego y de su aún calentura.
El desconocido muy amablemente me cedió la entrada al ascensor y tras cerrarse la puerta y sin apenas darme cuenta de nada, me empujó contra las paredes del mismo y agarrando con fuerza mi mano y sin darme tiempo a reaccionar me dijo:
- “ahora vas a ser tu quien haga que me corra, y probaras el sabor de mi leche, guarra” y agarrandome por los pelos me obligó a arrodillarme frente a una polla salvaje, dura, enardecida por el deseo contenido a la que no tuvo que ordenarme dos veces que la mamase, mamaba con fuerza aquella polla para devolverle con creces el placer que minutos antes las manos del desconocido le habian dado a ella.
Tragaba la rebelde polla que necesitaba escupir la retenida lechada y que le obligaba a retener sus embestidas porque parecia ahogarse con cada arremetida.Queria hacerle sentir los mismos calambres que las manos del desconocido le habian proporcionado a ella en el metro, queria tragarla entera y jugar con su capullo para sentirlo gozar del mismo modo que ella lo habia hecho en el metro.
La furia de los estirones de el en su pelo y la aún reciente calentura que la embargaba la enardecía de nuevo, tragaba de aquella polla como nunca antes lo habia hecho, necesitaba sentir la calentura de su leche en su boca, tragar los frutos de su deseo, de su lujuria de su arrastrada lujuria de perra caliente y en estas estaba cuando un estallido de calor le devolvió los frutos de las caricias de su boca en la polla del desconocido que saboreó como si de ambrosía se tratase.

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